sábado, 17 de noviembre de 2012

EL CIELO PUEDE ESPERAR: El Shabat Parte 3


El Cielo Puede Esperar: El Shabat Parte 3 
por Rav David Forhman 

Si la bendición eterna del cielo realmente dura para siempre, ¿por qué no se torna aburrida?

Este es el artículo final en una serie de tres partes sobre el concepto de Shabat.
Todos trabajamos durante una buena parte de nuestras vidas, pero hay algo perturbador sobre esta actividad que llamamos trabajo.
Este hecho me quedó claro hace años, gracias a un profesor que disfrutaba excepcionalmente mucho al atormentarnos a nosotros, sus ansiosos estudiantes, con lo que si somos bondadosos podríamos llamar “raciones saludables de cinismo filosófico”. Una vez nos asignó la composición de un ensayo particularmente difícil – y luego, antes de que comenzáramos a trabajar en él, nos presentó el siguiente desafío:
"Si quieren sacarse un 10 en este ensayo les va a llevar muchas horas de trabajo", comenzó. "Pero digamos que invierten esas horas de trabajo, y entregan un ensayo extraordinario. Y digamos que, al final, decido darles un 10. ¿Qué pasaría después?".
Encogimos nuestros hombros. Era una clase importante, y la mayoría de nosotros realmente quería ese 10.
"Estarían eufóricos", dijo. "Estarían excitadísimos, corriendo de un lado a otro y llamarían a sus madres. Le contarían a sus amigos".
"¿Pero qué pasaría después?" preguntó. "¿Por cuánto tiempo estarían eufóricos?".
"¿Una hora?".
"¿Tres horas?".
"¿Un día?".
"Desaparecería pronto, se impacientarían y estarían listos para algo nuevo…"
"Entonces pregúntense", concluyó, "quizás no vale la pena. ¿Para qué se molestan en hacer esto?".
En realidad, nuestro profesor nos estaba pidiendo que hiciéramos un simple análisis de costo-beneficio: Si pasas 60 horas trabajando en un ensayo y sólo obtienes dos o tres horas de satisfacción de la nota que obtienes, bueno… ¿para qué molestarse? No parece tener sentido.
Ahora, no me malinterpretes. El profesor no estaba tratando de convencernos para que fuéramos holgazanes con nuestros ensayos; lo que estaba tratando de hacer era clarificar nuestros objetivos.
Clarificando Objetivos
Si dijéramos que el objetivo de nuestro trabajo es la satisfacción que recibiríamos al final, bueno, él hubiera dicho que nos estábamos engañando a nosotros mismos. Esa clase de satisfacción es muy efímera, se evapora después de un par de horas, o en el mejor de los casos, un par de días.
Lo que estaba sugiriendo era, en cambio, que el trabajo sólo valía la pena si veíamos que el hecho de hacerlo era en sí mismo satisfactorio. El proceso de escribir ese ensayo, de luchar para superar el desafío, tenía que ser visto como su propia recompensa. Si no podíamos disfrutar el proceso, entonces no lo consideraríamos valioso – y en ese caso, mejor que nos dedicáramos a otra cosa.
Una Conclusión Inquietante
Pero el punto del profesor, a pesar de parecer cierto, es inquietante. Quizás no es malo cuando lo único en juego es un ensayo para la universidad; pero cuando aplicas esta lógica fuera del aula de clases, a la vida real, las cosas comienzan a verse un poco deprimentes. Porque casi todo lo que vale la pena en la vida requiere trabajo, y si hacemos un análisis similar de costo-beneficio sobre el sentido de cualquier trabajo, arribaremos a conclusiones similares.
En otras palabras, digamos que te estás esforzando en un proyecto de cinco meses que tu jefe te asigna, o estás pasando años escribiendo un libro. Sientes que inviertes infinitas horas en tus labores, pero ¿cuánta satisfacción podrás llegar a obtener al final?
¿Lo suficiente para justificar tus semanas o meses de trabajo?
Posiblemente no.
Un amigo mío trabajó incansablemente escribiendo un libro por casi tres años. Cuando finalmente fue publicado, su esposa le hizo una fiesta sorpresa invitando a todo el barrio. Él estaba emocionado con el sentimiento de realización, pero esta emoción se acabó en pocos días. Estaba inquieto, y el éxito reciente no lo confortaba. Me contó que en los años siguientes a la finalización de su trabajo casi nunca abrió la tapa del libro que escribió. El capítulo de su vida había sido archivado, era tiempo de seguir adelante.
Hay algo deprimente en todo esto. Todos los éxitos de la vida parecen desvanecerse con tanta rapidez; ningún sentimiento de satisfacción o bienestar dura mucho. Es cierto, puedes enorgullecerte durante el proceso, puedes ver al acto de escribir como su propia recompensa; todo eso es muy lindo, pero si lo que hicimos fue realmente bueno, ¿por qué no podemos hacer que el placer de haber alcanzado nuestro objetivo dure más? ¿Por qué la satisfacción por el éxito tiene que ser tan efímera?
Me da la impresión de que mientras más exitosos somos, más nos molesta este problema. Uno de los hombres más exitosos de la historia judía estaba terriblemente aquejado por este problema, tanto que escribió un libro entero relatando lo obsesionado que estaba. Ese libro, canonizado como parte de la Biblia, se conoce como Eclesiastés. En Eclesiastés, el Rey Salomón relata su frustración por un mundo que no deja que ninguna marca de éxito permanezca por mucho tiempo. El mundo está en constante movimiento, cambiando constantemente. Nada – ni el hecho del éxito ni el placer por él – dura lo suficiente como para ser satisfactorio.
Creo que el fenómeno que la Torá llama Shabat tiene, en parte, el objetivo de solucionar este problema. De cierta manera, Shabat está designado para proveer una clave para el misterio al que nos referimos en la segunda parte de esta serie. Los sabios del Midrash nos dicen que Shabat es "meein olam habá" – una degustación del Mundo Venidero. ¿Qué significa esto? ¿Qué similitud fundamental tiene el olam habá, el Mundo Venidero, con este fenómeno que conocemos como Shabat?
El Mundo Venidero, el mundo de “Ser”, está íntimamente conectado con la idea de Shabat; este mundo del más allá es, de alguna manera, el suelo en el cual Shabat crece. Según creo, el secreto de esta conexión tiene mucho que ver con los asuntos de los que estuvimos hablando recién.
¿No Es Aburrido el Cielo?
¿Cómo es la vida en el Cielo?
La respuesta es el secreto mejor guardado del mundo. Miles de millones de personas han muerto, pero ninguna ha vuelto con un reporte presencial de cómo son las cosas del otro lado. Sea como sea, nuestra tradición nos asegura que ciertamente vale la pena, y que la recompensa del justo en el más allá es algo que debemos esperar ansiosamente. Se nos dice que el justo "vive" para siempre en un estado de eterna bendición.
Pero este es el problema: la eternidad es bastante tiempo. ¿Por cuánto tiempo consideras que la eterna "bendición" es satisfactoria? ¿Acaso la bendición no se tornará un poco aburrida después de un tiempo?
Supón que te encantan los cruceros y alguien te ofreciera un crucero gratis a Alaska. Comedor de cinco estrellas, camarote de lujo junto a la cubierta, todo el lujo para ti. ¿Durante cuánto tiempo crees que disfrutarías ese crucero?
¿Dos semanas? ¿Un mes? ¿Seis meses?
¿Qué pasaría si el crucero durara una eternidad? ¿Cuántas veces podrías ver los mismos icebergs y mirar los mismos pingüinos? En algún momento dejarías de pensar que estás de vacaciones y comenzaría a parecer trabajoso. En algún momento, se tornaría en lo opuesto del cielo.
Entonces, si la bendición eterna del cielo realmente dura una eternidad, ¿por qué no se torna aburrida? ¿Por qué en el cielo ansiamos estar en el cielo?
El Problema con el Descanso / El Problema con el Trabajo
Este problema está relacionado con la pregunta que hicimos sobre la curiosa naturaleza del trabajo. Cientos de horas de trabajo no parecieran justificar unas efímeras pocas horas de recompensa. Pero, como acabamos de ver, la idea de "recompensa" es tan problemática como la idea de "trabajo". La noción de recompensa eterna pareciera ser absolutamente aburrida; ni el trabajo ni la recompensa parecieran ser satisfactorios a largo plazo. ¿Qué se nos está escapando?
La respuesta, creo, exige que analicemos más de cerca la naturaleza de la vida – la vida en "Este Mundo" y la vida en el más allá, en el "Mundo Venidero". ¿Cuál es la diferencia entre estos dos mundos?
En una palabra, la respuesta del judaísmo es que "Este Mundo" es un mundo de "transformar", mientras que el "Mundo Venidero" es un mundo de "ser". El mundo siguiente es un "iom shekuló Shabat", por así decir, "un día que es todo Shabat". ¿Qué significa esto?
Al crear el mundo, Dios dividió nuestra experiencia en dos mundos. El primero, el mundo en que vivimos ahora, puede ser llamado un mundo de "transformar". En este mundo, la única satisfacción real duradera que podemos obtener viene del proceso de trabajo mismo – por medio de la construcción del mundo que nos rodea, es decir, construyéndonos a nosotros mismos. Mientras estamos en este mundo, el involucrarse en la construcción es su propia recompensa. Las vacaciones, si bien son agradables por un tiempo, eventualmente se tornan aburridas. Y la razón es simple: es porque este mundo fue creado para trabajar, no para disfrutar de los frutos del trabajo. Sí, podemos sentir una satisfacción efímera cuando terminamos una tarea, pero si no nos involucramos inmediatamente en otra cosa nos aburrimos de inmediato.
Sin embargo, hay otro mundo. El Mundo Venidero – un mundo de "ser". El mundo de "ser" no fue creado para trabajar, sino para apreciar nuestras labores. Todo lo que hemos logrado, todas las relaciones por las que trabajamos tan duro para cultivar en Este Mundo, en el Mundo Venidero las vivimos de acuerdo a lo que verdaderamente son.
Si lo piensas, tenía que ser así. Imagina por un momento que Dios nos hubiera permitido apreciar verdaderamente los frutos de nuestras labores en Este Mundo. Imagina que pudiéramos apreciar, de manera duradera, la satisfacción ocasionada por un logro ganado con mucho esfuerzo. Imagina si pudiéramos, en este mundo, saborear por siempre y en toda su magnitud la rica alegría espiritual que es la consecuencia del potencial materializado. ¿Qué pasaría en un mundo así? Trabajarías en una cosa, la obtendrías y luego pasarías el resto de tu vida regocijándote en tu éxito. Nunca volverías a lograr nada. Y eso no era lo que Dios tenía en mente, estaba buscando algo mucho más productivo que eso.
Ahora podemos ver por qué la idea de recompensa, el disfrute duradero de cualquier logro, es tan difícil de encontrar en este mundo. En realidad, incluso la idea de una eternidad de goce parece "aburrida", algo que quisiéramos evitar. ¿Por qué? Porque la estamos viendo con los lentes equivocados – con los lentes de "Este Mundo", un mundo creado para "transformar", no para "ser". Sin embargo, cuando realmente vivamos esta "recompensa", lo haremos con otros lentes – los lentes del Mundo Venidero – un mundo en donde "transformarse en algo más" es imposible, un mundo que está creado sólo para "ser". Cuando vivamos el fruto de nuestro trabajo en el mundo venidero, lo haremos dentro de un mundo que nos permite realmente sacarle provecho a la esencia de este tesoro.
Entonces, mientras que en Este Mundo puede parecer deprimente que no podamos obtener un placer duradero por los logros – tenemos un premio de consuelo. Tenemos el Shabat, una pequeña degustación de "ser", en medio de este mundo de "convertirse".
Shabat no es tu "día de descanso" normal. Recuerda, la ley judía permite que subas mesas pesadas por las escaleras en Shabat, pero prohíbe que enciendas un fósforo y que hagas surcos en la tierra. Las últimas están prohibidas porque violan el sentido de "descanso" que exige Shabat, mientras que la primera, a pesar de ser una actividad cansadora, no. ¿Por qué? Porque Shabat no es el tipo de descanso que te ayuda a recuperar el aliento, es un tipo de descanso que hasta Dios "necesitaría"; el tipo de descanso que no es un recreo del trabajo, sino su objetivo mismo. En las palabras de nuestras plegarias del viernes por la noche, Shabat es el tipo de descanso que podemos llamar "tajlit shamaim vaharetz" – el propósito mismo de la Creación.
De hecho, es el tipo de descanso que evita que la creación se destruya a sí misma.
La Muerte de la Creatividad
El acto de crear, si lo piensas bien, es seductor. Puede perpetuarse indefinidamente. Y cuando lo hace, eventualmente se destruye a sí mismo.
Los ejemplos están en todos lados. El artista que siempre tiene otra pincelada para agregar, el editor que necesita reacomodar las oraciones una última vez, el padre que tiene una última advertencia que darle a un niño que ya no está escuchando. Todos esos son malos actos de creación. Cuando el proceso de melajá, de mejora, no termina nunca, se destruye a sí mismo. En algún punto, un creador necesita soltar. Paradójicamente, el acto final de la creación es el hecho de dejar de crear.
A un creador le resulta difícil dejar de crear, porque parece ser el final. Pero en realidad es sólo el principio; cuando un creador deja de crear, finalmente está listo para materializar el propósito de sus labores. Finalmente está listo para dejar que la cosa sea lo que es, y para relacionarse con eso que creó.
Y eso es precisamente descanso positivo. El descanso positivo no significa frenar para recuperar el aliento; significa dejar de hacer pequeños ajustes y comenzar a apreciar. Significa dejar que algo "sea" y apreciarlo por lo que es en sí mismo – no por lo que todavía podría hacer para transformarlo en algo más.
Este tipo de descanso fue inaugurado en el primer Shabat del mundo, el Séptimo Día de la Creación. Cuando el Sexto Día estaba terminando, Dios hizo una decisión consciente de dejar de hacer ajustes en el Universo. Miró su creación y declaró: hine tov meod – "de hecho, es muy buena". Esta proclamación señaló la voluntad de Dios de dejar de "mejorar " el Universo, de dejar de arreglarlo, y de comenzar el proceso de relacionarse con él por lo que era.
Dios no frenó porque el trabajo estaba terminado, el trabajo de perfeccionamiento nunca termina. Se detuvo y dejó el trabajo en nuestras manos, en las manos de la humanidad. Ahora depende de nosotros ponernos la bata de lamelajá – de convertirnos en creadores terrestres, de "conservar el mundo y trabajarlo", de dejarle a la generación siguiente un mundo mejor que el que recibimos.
Dios, en Su benevolencia, decidió compartir con los creadores terrestres el regalo de Shabat. Por medio de él, el hombre aprende a emular a Su Creador, y a coronar la creatividad con el descanso. Viviendo como lo hacemos en "Este Mundo", un mundo creado para "trabajar", es tentador pasar por alto la importancia del Shabat. Es tentador dejar que la melajá nos tiente y lleve a pensar que no hay nada más en la vida. Pero si caemos en esa trampa, en realidad nunca crearemos nada. En el acto de descansar de la melajá, descansamos del proceso de tratar de darle forma al mundo que nos rodea para que satisfaga nuestras necesidades. En este acto de soltar, finalmente podemos apreciar el mundo por lo que es, no sólo por lo que puede hacer por mí. En Shabat escapamos de la implacable necesidad de continuar haciendo retoques y saboreamos la delicia de sólo "ser".
Por medio del descanso no sólo aprendemos a apreciar el mundo, sino también a las personas que lo habitan. Todos tenemos nuestra lista de cosas que nos gustaría cambiar de nuestra pareja para satisfacer nuestras necesidades; y la mayoría de nosotros, al menos de forma sutil, tratamos de hacer que estos deseos sean conocidos, por supuesto siempre con la mayor delicadeza posible. Pero mientras estés en el proceso de retocar, tratando de "mejorar" a tu pareja, no estarás en el proceso de apreciarla. Relajarte y soltar el mando es hacer una poderosa declaración: Te amo y te aprecio – ahora, por quien eres ahora; no sólo por eso en lo que te puedes convertir en el futuro.
Dios nos dio una pizca de tiempo, el Shabat, para ayudarnos a hacer que esta postura sea una característica regular de nuestras vidas. Y si lo hacemos, realmente habremos adquirido para nosotros una porción del Cielo en la tierra.

GRAN CREADOR PEQUEÑO CREADOR


Gran Creador, Pequeño Creador: El Shabat, Parte 2
por Rav David Forhman 

El descanso es mucho más que la ausencia de trabajo.

Este es el segundo artículo en una serie de tres partes sobre el concepto de Shabat.
Anteriormente, observamos que el Shabat no parece conmemorar específicamente la creación del Universo a manos de Dios, sino Su "descanso" de esa creación. Preguntamos, ¿por qué el descanso es digno de celebración? ¿Por qué es el "descanso" una razón para hacer un día santo para siempre?
La pregunta es aún más fuerte cuando recordamos que Dios consideraba el Shabat especial mucho antes de que hubiera alguna nación en existencia para celebrarlo. De acuerdo a los versículos en Génesis capítulo 2, Dios bendijo e hizo al Shabat santo inmediatamente después de crear el universo. Él compartió ese día con nosotros siglos mas tarde, cuando la Torá fue entregada, dejándonos participar de Su secreto especial. Así, el Shabat no fue creado por Dios para el beneficio del pueblo – eso solamente ocurrió después. Más bien, esta "isla en el tiempo" fue diseñada por el Creador "para Sí mismo", por así decirlo.
¿Por qué estaría el Creador tan personalmente comprometido con Su propio día de descanso?
¿Qué Estaba Haciendo Dios Exactamente en Ese Séptimo Día?
Podemos encontrar una pista en el primer texto Bíblico que nos introduce a la idea de Shabat, en donde uno de los versículos parece contradecirse a sí mismo…
Y Dios concluyó en el Séptimo Día el trabajo que Él había hecho, y Él descansó en el Séptimo Día de todo el trabajo que Él había hecho (Génesis, 2:2).
Quizás notaste la dificultad: ¿Qué hizo Dios exactamente en el Séptimo Día? ¿Descansó o trabajó? La respuesta parece depender de en que parte del versículo te enfoques.
La primera parte del versículo nos dice que "Dios terminó en el Séptimo Día el trabajo que Él había hecho". Esto parece sugerir que Dios hizo algún tipo de trabajo en el Séptimo Día. Él completó Sus esfuerzos en ese día.
Pero luego el versículo continúa diciendo que "Dios descansó en el Séptimo Día de todo el trabajo que Él había hecho". Esta segunda frase parece decirnos que Dios no estaba trabajando en el Séptimo Día. Por el contrario, Él "descansó de todo Su trabajo" en este día.
¿Entonces cuál es la respuesta correcta? ¿Dios descansó de todo Su trabajo en el séptimo día, o Él creó algo ese día?



La Respuesta de Rashi
Resulta ser, que no somos los primeros en encontrarnos con esta pregunta. De hecho Rashi, abuelo de los comentaristas Bíblicos, se refiere a ella. Rashi da dos posibles respuestas al problema.
Una respuesta que sugiere Rashi es que quizás Dios terminó de crear el mundo en el preciso instante en que concluyó el sexto día y el séptimo día comenzó. De esa forma, Él habría "terminado" de crear "en el séptimo día" – es decir, en el instante en que el día comenzó – pero aún así descansó durante la totalidad de ese día.
Esa es la primera respuesta de Rashi. Pero él da también una segunda respuesta, una solución que no requiere que hilemos tan fino sobre el tiempo entre el sexto y el séptimo día.
La segunda respuesta de Rashi sugiere que la contradicción es solamente una ilusión. Rashi argumenta que Dios en realidad creó algo el séptimo día, y simultáneamente, Él estaba en completo descanso en ese día. Suena como una contradicción – pero no lo es. Porque la cosa que Dios creó en el Séptimo Día, dice Rashi, fue el "descanso" mismo. El "descanso" fue traído a existencia en el Shabat.
Ahora, esta respuesta seguramente parece ingeniosa: nos permite ver como Dios podría descansar y crear al mismo tiempo. Pero la respuesta huele un poco a juego de palabras. ¿Qué significa que Dios "creó" el descanso? ¿Es el "descanso" algo que necesita ser creado? ¿Por qué no es algo que simplemente ocurre?
A modo de analogía, piensa en la oscuridad. ¿Necesitaría la oscuridad ser creada? No. La luz necesitaría ser creada, pero no la oscuridad. La oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Si quieres que esté oscuro, tan sólo apaga la luz.
Similarmente, uno podría objetar: ¿Por qué Dios tiene que crear el descanso? El descanso es tan sólo la ausencia de trabajo. Si Dios quería descanso, todo lo que tendría que hacer es dejar de trabajar. ¿Cierto?
Incorrecto.
Rashi está sugiriéndonos que existe tal cosa como el "descanso que necesita ser creado". Es un tipo de descanso que es diferente al descanso que experimentamos usualmente – la mera ausencia de trabajo. Es un descanso que no es solamente un fenómeno negativo, sino uno positivo. No es una ausencia, sino una presencia.
Entendiendo el Descanso al Entender el "Trabajo"
Para entender mejor esta elusiva noción del descanso de Dios, debemos reflexionar por un momento en la naturaleza del "trabajo" de Dios. Si podemos entender con mayor claridad lo que estaba haciendo Dios durante esos primeros seis días, podremos entender mejor lo que significa decir que Él "descansó" de su actividad en el séptimo.
El término técnico que la ley judía le asigna al "trabajo" en Shabat es "melajá". La palabra fue tomada de Génesis capítulo 2, y describe el "trabajo" que Dios estaba realizando mientras creaba el mundo. El trabajo que nos abstenemos de realizar en Shabat corresponde fundamentalmente al trabajo que Dios se abstuvo de realizar en el Shabat original.
La verdad es que "trabajo" es probablemente la palabra incorrecta en este contexto. El término trabajo en español trae a nuestra mente imágenes de “sudor” y “dificultades” – imágenes que obviamente tienen poco que ver con la creación Divina del Universo (¿Cuán difícil es para un Dios todopoderoso crear un mundo?).
El idioma hebreo sin embargo, tiene más de una palabra para “trabajo”. Melajá es una palabra más específica, y es diferente de la otra palabra más común para trabajo en hebreo, avodá. La ultima palabra, avodá, indica un tipo de trabajo más mundano y corriente. Sugiere el tipo de trabajo que requiere esfuerzo y que te cansa. Melajá, por otro lado, trae a la mente algo completamente distinto.
La Torá clasifica 39 actos básicos como melajá. Con la posible excepción de uno de ellos (cargar), el común denominador de los 39 – desde escribir a hornear, desde teñir a tejer, desde arar a construir – es la idea de transformación; de tomar una cierta sustancia presente en el mundo, transformarla, y llevarla a un estado más alto y más desarrollado, a través de la intervención conciente de un agente inteligente. Cuando horneo algo, tomo simples ingredientes crudos y los convierto en una torta. Cuando tejo algo, tomo simples hilos y creo una capa. Estoy transformando el mundo a mí alrededor, moldeándolo para que se adapte a mi voluntad.
Fue este tipo de "trabajo" el que Dios realizó durante la mayoría de los seis días de la Creación.
Piénsalo. En el primer momento de Génesis, Dios creó "algo de la nada". Primero había “nada”; luego, repentinamente, había “algo”.
De ahí en adelante, Él hizo principalmente otra cosa. Él tomó aquello que existía, y lo transformó en algo más complejo y sofisticado. Él tomó electrones y protones y los transformó en átomos de hidrógeno. O tomó agua, e hizo que especies marinas surgieran de ella (Génesis 1:20). O tomó tierra, y creó a partir de ella el cuerpo de un ser humano (2:7). Dios estaba realizando melajot – el tipo de cosa que haces cuando quieres crear un mundo.
Trabajo Transformativo
Entender la naturaleza de melajá ayuda a explicar la forma peculiar en que observamos el Shabat. ¿Por qué un judío puede arrastrar una pesada mesa a través de una habitación y sudar como un animal, pero no puede accionar un interruptor?
Cuando Dios creó el mundo, Su actividad tenía muy poco en común con arrastrar una pesada mesa por toda la casa. Pero tenía todo que ver con encender el filamento dentro de una bombilla.
Arrastrar una mesa es solamente mover las cosas de lugar. No es "transformativo" de ninguna forma. Encender el filamento, sin embargo – por más rutinario que parezca – es un acto de melajá, uno en el cual el hombre resueltamente transforma las cosas a su alrededor para que se adapten a sus necesidades. Cada vez que el hombre enciende fuego, ara, teje – sin importar cuan fácil y rutinariamente lo hace – él domina el mundo a su alrededor y lo moldea para adecuarse a su deseo de una forma que los animales nunca podrán hacer. De hecho, uno podría incluso argumentar: mientras más rutinariamente el hombre realice estas acciones, más se evidencia su soberanía. Cuando el hombre toma el material crudo del mundo a su alrededor y lo moldea – lo lleva a estados mayores de ser de acuerdo a su voluntad – él imita a su Creador – el Ser que trajo el universo a existencia a través de una serie de actos tipo "melajá".
Dios se abstuvo de la melajá en el Séptimo Día. Y Él consideró el "descanso" que remplazó la melajá como el máximo significado de Su creación.

El Descanso De Un Ser Todopoderoso
Habíamos preguntado antes: ¿Por qué un Dios todopoderoso necesita descansar después de crear el mundo? ¿Acaso estaba cansado?
Yo creo que ahora estamos en posición de responder también esta pregunta.
Si la actividad de Dios durante seis días hubiese estado compuesta de mera avodá – llámese labor física – entonces sí, hubiese parecido extraño que el Dios todopoderoso "necesitara" descansar en el séptimo día. Pero Dios no estaba realizando avodá. Él estaba realizando melajá. Su actividad durante esos seis días no estaba definida por esfuerzo sino por creatividad. Y la creatividad demanda un tipo totalmente diferente de descanso.
Para explicar: el descanso siempre provee un complemento para el trabajo. Pero los diferentes tipos de trabajo requieren diferentes tipos de descanso. El esfuerzo requiere un tipo de descanso que llamamos relajación; la ausencia de esfuerzo nos ayuda a refrescarnos. Pero el complemento de la creatividad no es un tipo de ausencia similar. El complemento de la creatividad es, quizás, el misterioso fenómeno del que hablamos antes – esa cosa que llamamos "descanso positivo".
Creatividad es una palabra poderosa. “Creación” parece ser tan autosuficiente. ¿Qué más necesita un creador aparte de crear? Pero la creatividad  necesita algo más para estar completa. Necesita el Shabat. Porque en realidad, la creatividad es solamente un medio para un fin. La creatividad se trata de traer algo a la existencia. Pero eso no es una meta final. La meta final de la creatividad es "ser" ella misma.
"Descanso positivo" no es algo a lo que estamos acostumbrados. Parece ajeno a nosotros. Y quizás, después de todo, es natural – porque vivimos, por así decirlo, en un mundo de cambio, en un mundo de "transformar". En nuestro mundo, melajá – cambiar cosas, construirlas, hacer el mundo más sofisticado – es lo más importante. Para entender el "descanso positivo" en todo su esplendor, debemos trascender este mundo e intentar percibir como sería la vida en un mundo no de "transformar" sino de "ser".
El judaísmo tiene una palabra para un mundo de "ser". Es llamado: El Mundo Venidero.
Exploraremos las conexiones entre el Shabat y este misterioso Mundo Venidero en nuestro artículo final.

¿ ACASO DIOS SE CANSA ?


¿Acaso Dios Se Cansa? El Shabat: Parte 1 
por Rav David Forhman 

¿Por qué un Dios todopoderoso necesitaría descansar?

Primer artículo en una serie de tres sobre el concepto de Shabat.
Analicemos lo siguiente a ver qué nos parece:
"¿Por qué, exactamente, Dios sentiría la necesidad de descansar después de crear el universo? ¿Acaso Él estaba cansado?".
La pregunta no es tan burlona como suena. El judaísmo, como muchas otras religiones grandes, concibe a Dios como un ser todopoderoso. Esa es, de hecho, la razón por la cual lo llamamos "el Todopoderoso". Así que si Dios es realmente todopoderoso, ¿cuán difícil puede haber sido para Él crear un universo? Presumiblemente, esto no requirió mucho esfuerzo de Su parte. Bueno, entonces, ¿por qué necesitó descansar después?
Bueno, ese es un acertijo. Y aquí hay otro:
La mayoría de nosotros parece asumir que la observancia de Shabat está ligada a nuestro reconocimiento de que Dios creó el mundo; eso es, "descansamos porque el Creador descansó". Pero hay algo raro en esto cuando lo analizas. ¿Por qué conmemoramos la Creación del Universo de Dios a través de un día de "descanso"? ¿Por qué no separar un día de "trabajo" en vez?
En caso de que esta pregunta no te parezca tan problemática, saquémosla del campo de la teología abstracta por un minuto y formulemos el problema en términos más mundanos.
Imagina que el gobierno de los Estados Unidos decide instituir un “Día Especial de Rosa Parks” en el calendario. Su propósito: conmemorar el triunfo de los derechos civiles de la mujer negra que se rehusó a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús separado en Montgomery, Alabama. E imagina que los oficiales buscan una actividad simbólica para promover en este día, en honor a la memoria del grandioso acto de Rosa Parks. Eventualmente, a ellos se les ocurre lo siguiente: todos deberían ir a casa en el “Día de Rosa Parks”, y tomar una siesta. ¿Por qué? Porque, como verán, después de que Rosa Parks hizo su histórico recorrido en autobús, ella se fue a casa a descansar en su cama. Así que conmemoremos todos juntos el “Día de Rosa Parks” descansando en nuestras camas, así como ella lo hizo.
No creo que la mayoría de las personas consideraría esto una idea espectacular. Si realmente quisiéramos conmemorar a Rosa Parks, entonces deberíamos recrear su viaje histórico. Las personas podrían pasar parte del día andando en autobuses, o encontrando formas de luchar en contra del racismo en sus pueblos, así como lo hizo Rosa. ¿Pero tomar una siesta? De alguna manera, eso no suena bien.
Sin embargo en Shabat, ¿no es eso en realidad lo que nos está pidiendo la Torá? Conmemoramos el acto histórico de la creación del mundo – y lo hacemos descansando. Hacemos esto, decimos nosotros, porque Dios descansó cuando Él terminó de crear el universo. ¿Pero no deberíamos conmemorar la creación "creando", en vez de "descansando"? el punto no es que Dios descansó – ¡el punto es que Él creo el mundo!, ¿cierto? ¿No es el "descanso" solamente incidental?

De vuelta al Texto
Bueno, veamos los versículos y analicémoslos. En Génesis capítulo 2, la Torá narra las crónicas del primer Shabat. Escucha cuidadosamente estos versículos y pregúntate: ¿El Shabat fue diseñado para conmemorar qué cosa específicamente?
Dios terminó en el séptimo día el trabajo que Él había hecho, y descansó en el séptimo día de todo el trabajo que Él había hecho. Y Dios bendijo el séptimo día y lo hizo santo, porque en él, Dios descansó de todo el trabajo que había creado para hacer (Génesis, 2:1-3).
Estos versículos nos dicen la razón de porqué Dios consideró al séptimo día especial: Porque en este día Él descansó… ahora, piensa en lo que están diciendo estas palabras en realidad. Por más extraño que parezca, el versículo está diciéndonos que el punto del día del Shabat no es, en realidad, celebrar la creación del universo de Dios. Sino celebrar Su descanso.
Un segundo. Eso suena completamente tonto. ¿Cómo podría alguien pensar que el descanso de Dios es más importante que su trabajo – que el mismo acto de crear un mundo? Suena como decir que el propósito del trabajo son las vacaciones. Las vacaciones pueden ser agradables; te ayudan a prepararte y refrescarte para lograr más cosas cuando vuelves a trabajar. ¿Pero son realmente las vacaciones el sentido de todo?
Descanso con Propósito
Evidentemente, los versículos nos están diciendo que tenemos que reevaluar nuestras ideas sobre el trabajo y el descanso. El descanso de Dios, aparentemente, tenía muy poco en común con la idea de "vacaciones". No fue algo que simplemente pasó después de que Dios creó el mundo; no fue que Dios se tomó un tiempo libre para relajarse. El descanso del Creador fue un acto deliberado. Un tipo de descanso que era, de alguna forma, un fin en sí mismo:
Tú hiciste el séptimo día santo para Tú Nombre, siendo éste el verdadero propósito de la Creación del Cielo y la Tierra.
Estas palabras son parte de los rezos que los judíos recitan cada semana, en la Amidá del viernes por la noche. Escucha lo que están diciendo. Shabat "descanso", es retratado como el verdadero propósito de la creación, el fin por el cual todos los cielos y la tierra fueron creados.
¿Qué significa ver el descanso de esta forma – no como algo que haces para ayudar a tu trabajo, sino algo que es el verdadero punto de toda tu labor? ¿Por qué Dios consideraría Su "descanso" más merecedor de conmemoración que Su exitosa creación del universo?
Escondido en el significado más profundo del descanso está el misterio del Shabat mismo. Es un misterio que exploraremos un poco más en la segunda parte de esta serie.